Que poco le pido a la vida

A falta de 24 horas para el lanzamiento del cohete que inicia las fiestas de Santander y su Semana Grande deseo, un año más, que las fiestas sean fiestas de verdad: fiestas para todos, para los mas pequeños, para los jovenes, para los menos jóvenes.

Y que sean fiestas de Santander. Es decir, que se celebren las cosas que siempre se celebraron en Santander. No las fiestas de otros lugares, que me merecen todo el respeto, y que simplemente como si fuera trasplantar un árbol de un jardín a otro, se implanten a Santander. Los rebujitos, faralaes, toros, y musica flamenca en las casetas, quizás estén muy bien en Sevilla o Málaga. Pero en Santander siempre hubo cuadrillas de ronda de vinos de solera o barrica, musica de habaneras o montañesas, trajes marineros o de romería, desfiles de gigantillas o batallas de flores.

Se que no pido mucho. Pero aun asi, no se me concederá. Tendremos un paisaje urbano en fiestas que será artificial y trasplantado de otras latitudes culturales, pero aun así y con todo habrá un esfuerzo colectivo por pasarlo bien. Y eso seguro que los santanderinos lo haremos bien. Incluido yo. ¡Felices Fiestas de Santiago!

2 comentarios en “Que poco le pido a la vida

  1. Sr. Sierra, estoy totalmente de acuerdo con Ud., las fiestas de una ciudad siempre tienen que ir unidas al recuerdo de las artes y tradiciones de ese lugar, manifestándose como bien dice, a través de su música, trajes regionales, gastronomía, juegos, etc., en definitiva a las costumbres adquiridas y trasmitidas por nuestros antepasados.
    Normalmente uno cuándo visita otras ciudades, paises, etc. nos encontramos con esto, pero cuándo nos referimos a Santander, observamos una desmesurada afición al flolclore y gustos andaluces.
    Ayer estando tomando precisamente unos vinos en un bar popular de mi barrio, entraron despavoridas unas treinta personas con el gorro típico andaluz, sin ánimo de ofender parecía una representación o degustación de las bodegas Tio Pepe y el cerebro de uno, tuvo que hacer gran esfuerzo para no pensar que se había trasladado a la feria de abril en Sevilla.
    Lejos estoy de ofender a ninguna cultura de nuestro país, ni menospreciarla, pero a veces todo este tipo de folclorismo va más allá de una lógica. No me imagino el día del Rocío, en plena romería, esta sea interrumpida por una banda de gaiteros cántabros, asturianos o gallegos, comiendo pulpo a la gallega mientras cantan la Salve rociera y brindando con chacolí.
    Al pan siempre hay que llamarle pan, y a nuestro alcalde le da lo mismo mientras este vaya «untado» con algo (dejémoslo así).
    Y ya para terminar le diré que no soy partidario de las corridas de toros y menos si a l@s santanderin@s nos va a suponer desembolsar de nuestras vacias arcas, un verdadero dineral que se podría utilizar en menesteres más necesarios y apropiados para una ciudad que está clamando verdaderas necesidades. El que quiera toros que se los pague, pero no con el dinero de «tod@s» l@s santanderin@s y si quieren «beneficiencias» hay otros métodos no tan cruentos.
    Yo también brindo por Ud Sr. Sierra, con un vino de solera al son de una canción montañesa mientras le deseo una estupenda Semana Grande.

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