La vitalidad de Santander

VITALIDAD

Llama la atención el inusitado interés que muestran los partidos políticos, sindicatos, grupos de investigación y agentes sociales en estudiar todo lo que sucede con Santander y su situación actual. Y , sin embargo, cuando no hay vitalidad, por el contrario, la ciudad languidece.

Una iniciativa que cabe destacar en este sentido es “Foro Santander”en la que participan varias entidades y en la que colabora “El Diario Montañés”. Es sin duda el mejor reflejo de un asunto que concita el interés de la sociedad.

Y a ello me quiero referir para aportar mi pequeño granito de arena, analizando algunos indicadores externos que puedan reflejar la vitalidad de nuestra ciudad.

La población en Santander ha descendido en los últimos diez años desde 183.955 hasta los 177.123 actuales y, sin embargo, el número de desempleados se ha duplicado en los últimos 7 años, pasando de 8.000 a más de 16.000 desempleados.

Pero, siendo esto así, la lectura política de estos datos siempre genera controversia entre gobierno y oposición y la discusión se asemeja a la fábula de los galgos y los podencos. Y ese no es el debate que puede interesar a los ciudadanos.Por ello, cabe profundizar en los fenómenos sociales acontecidos en los últimos 20 años en Santander:

 1.Falta de cohesión social.

 Hace años, Santander tenía una estructura social más o menos equiparada, pero en la actualidad constituye un espacio social urbano segregador.

La vivienda es el primer factor de segregación urbana, porque la renta delimita su acceso en función de su precio. Los últimos veinte años han supuesto una carrera urbanística alocada de encarecimiento de la vivienda que ha supuesto que las generaciones de santanderinos comprendidas entre los 25-45 años se hayan visto expulsados económicamente y obligados a buscar viviendas situadas en la periferia de Santander e incluso más allá, en otros municipios comprendidos dentro del área metropolitana de la Bahía.

Así, el nivel de ocupación habitual de las viviendas de Santander no pasa del 78% del total, siendo el 22% segundas residencias de veraneo y fin de semana, o simplemente viviendas vacias.

La intervención que el Ayuntamiento debió tener hace 20 años en materia de vivienda protegida, no la tuvo hasta bien entrado el año 2009, cuando los procesos de fuga en masa de jóvenes fuera de Santander ya estaban casi concluidos.

 2.El modelo de ciudad es desequilibrado

 Analizando el parque de viviendas de la ciudad se encuentran zonas con niveles de servicios, equipamientos o zonas verdes, muy inferiores a los estándares que una ciudad moderna debiera tener en el S. XXI.

La superficie verde por habitante que la Organización Mundial de la Salud recomienda se encuentra entre los 10 y 15 m2. Pues bien, hay barrios de enorme importancia demográfica como Castilla-Hermida, en donde habitan 20.000 santanderinos, que tienen 2 m2 de zona verde por habitante. Otras zonas del norte de la ciudad, sin embargo, tienen más del doble del índice recomendado (40 m2).

La distancia considerada como más eficiente para que los ciudadanos encuentren servicios básicos para la vida del día a día es de 300 metros (menos de 5 minutos andando). Y me refiero a la venta de pan, pescado, productos cárnicos, fruta-verdura, productos farmacéuticos y prensa. Pues seguro que muchos de los que nos leen, miles y miles de habitantes de Peñacastillo, San Román, Monte, Cueto y otros muchos barrios de Santander carecen de esa cercanía a esos servicios.

3.Un transporte que no conecta el trabajo y el empleo con la residencia.

Las últimas estadísticas revelan que todos los días 90.000 personas salen o entran de Santander para trabajar o estudiar. De ellos, más del 75% utiliza vehículo privado, sin embargo, los transportes públicos, que garantizan la movilidad sostenible, no son prioritarios para nuestros gobernantes.

La canalización de esos vehículos, las infraestructuras que ello supone y su coste, y la contaminación que generan, son algunas de las consecuencias indeseadas que la ciudad y sus ciudadanos debemos soportar.

Debe primar en todo caso este dato: El Área Metropolitana de la Bahía de Santander supone el 5% de superficie del territorio de Cantabria donde se alojan casi 300.000 habitantes, es decir el 50% de la población cántabra. Por eso, actuaciones individualistas desde Santander o el resto de municipios del entorno de la Bahía pueden ser un grave error que no conseguirá resolver el problema. Es imprescindible el consenso entre municipios al margen de los localismos.

Admitámoslo. Existe un proceso larvado, más o menos encubierto, de segregación social. Es una clave fundamental para entender colectivamente todo lo que está pasando. Lo importante no sólo es conocer si los habitantes aumentan o disminuyen de un año para otro en Santander. Lo fundamental es generar para el futuro un espacio social que se llama Santander y el área metropolitana, cuya actuación tenga como prioridades la cohesión social, la calidad de vida de todos los vecinos por igual y una movilidad fuertemente apoyada desde el transporte público. Ese es el verdadero reto.

No existen los remedios milagrosos y menos cuando las dinámicas tienen tanto arraigo en la ciudad. Pero sin duda, aportar luz, datos, reflexión y análisis junto con una participación social activa, podrían ayudar a sentar las bases de un futuro lleno de vitalidad para Santander.

Sin embargo, hay quienes siguen empeñados en mantener dinámicas del pasado. El doctor Koch, el padre del “Bacilo de Koch” afirmaba que «cuando un médico va detrás del féretro de su paciente, a veces la causa sigue al efecto”.

Articulo publicado por «El Diario Montañés» el martes, 1 de julio de 2.014 

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