Como dice el refrán popular que “Vale más lápiz corto que memoria larga”, voy tomando algunas notas de lo acontecido en las últimas elecciones europeas del 25 de mayo, no vaya a pasar el tiempo y se nos borren de la memoria algunos datos y enseñanzas.
Rios de tinta se han escrito sobre ellas ya, de todos los gustos y colores, pero creo que la lectura de datos en clave interna, del Estado, es muy reveladora del actual estado de cosas que vivimos. Me gustaría dejar por escrito cuatro hechos fundamentales a mi modo de ver:
Uno. El bipartidismo imperante de los últimos años (PP-PSOE) no alcanza el 50% de los votos emitidos, un hecho no conocido desde casi el inicio de la etapa constitucional. Puede ser interpretado de muchas maneras, coyuntural, voto de castigo al “sistema”, no movilización de sus cuadros y militantes… Yo no haré más que poner en evidencia el dato y añadir, que los próximos comicios locales o estatales podrían confirmar ese cambio de ciclo político.
Dos. El rechazo en el cómputo general de la labor del actual gobierno que, a pesar de ser la fuerza más votada, solo obtiene el 26% de los votos emitidos en el Estado, que es circunscripción única. Un mensaje claro al Gobierno de Rajoy y del Partido Popular, rechazando los recortes brutales en la Sanidad, en la Educación y en la Dependencia. Fuera de las lecturas eufóricas desde La Moncloa o desde la calle Génova, supone un varapalo electoral y al mismo tiempo un giro hacia la izquierda, con un voto muy fragmentado pero numéricamente muy superior.
Tres. Han perdido votos, y además de manera importante, los partidos “viejos”, tradicionales, burocratizados y jerárquicos, y han subido los partidos que principalmente dan prioridad a las bases, lo que algunos denominan la “nueva política”. Haya o no influencia en este hecho del movimiento social 15-M, hay que reconocer que un sector importante de la sociedad se va decantando por opciones que intentan asemejarse a lo que en su día dicho movimiento preconizó: una forma de hacer política más horizontal, más transparente, y de más democracia interna. Se marca claramente una tendencia, con todos los matices que se quieran y con las excepciones que se quieran, pero es sin duda el inicio de hacia dónde irá la demanda ciudadana de la política del futuro. Y, por supuesto, las campañas electorales “baratas”, muchas de ellas hechas desde las redes sociales y con poca financiación, se han impuesto a los grandes partidos que desarrollan costosísimas campañas para unos resultados electorales que seguro no han sido los esperados. La política 2.0., de la que hablé en un artículo publicado en 2011, parece que poco a poco se va imponiendo como tendencia política.
Cuatro. Para una lectura de los resultados de Cantabria, por supuesto que es válido lo que he descrito anteriormente, pero debo añadir más, como es el factor distorsionante de la no presentación de mi partido, el PRC, a las elecciones europeas, de la cual ya dejé por escrito mi opinión antes de las elecciones. Y los hechos parece que han ido por ahí: Victoria del Partido Popular, la abstención mayor que en anteriores comicios europeos, y la dispersión de voto entre muchas y variadas fuerzas políticas. Ese abandono político nos ha hecho perder una gran oportunidad para estar más cerca que nunca de los barrios, calles y pueblos en estos momentos de crisis. Es más, la libertad de voto para cualquier opción política (incluida el Partido Popular) pregonada públicamente por mi partido nos ha hecho alejarnos más de nuestros votantes. Quienes nos consideramos de izquierdas dentro del PRC, hubiéramos preferido una mención pública y expresa excluyendo de esa recomendación al Partido Popular, condenando de esa manera lo que una mayoría de la sociedad ya ha expresado en las urnas: el rechazo a la austeridad que recorta en sanidad, en educación y en bienestar social que benefician especialmente a las clases más desfavorecidas. Pero claro, como dice otro refrán, “Casa de dos puertas, difícil de guardar”.
Artículo publicado por «El Diario Montañés», el sábado 7 de junio de 2.014