“…Lo esencial (evidente) es invisible para los ojos”. Antoine de Saint-Exupery. Autor de “El Principito”
Está de moda. Analistas sesudos. Libros de economía por doquier.
Y todos y todo dándole vueltas a la crisis, a cómo salir de ella, y revisando al milímetro cada uno de los gastos realizados desde todas las Administraciones Públicas, en la medida que la crisis económica y financiera que vivimos, lejos de remitir, se esta enquistando en nuestra sociedad, y parece que estos gastos, fueran el culpable último de nuestros males.
Los datos apuntan sin duda a una crisis de ingresos de lo público, en la medida que la falta de crecimiento y la falta de consumo y de demanda interna provoca una menor recaudación por la vía de impuestos y en consecuencia menos dinero en el presupuesto público, el de todos.
Y siendo esto así, una crisis de ingresos, llama mi atención poderosamente el bombardeo mediático incesante desde que la crisis arrancó, a base de lanzar mensajes a la opinión pública de lo bueno que sería recortar los gastos de los servicios públicos, el maná económico que esto iba a ocasionar, y la receta que se nos ofrece es tan sencilla como la privatización y la externalización de los servicios públicos a las empresas privadas.
Se ha demonizado, a mi juicio en exceso, a los empleados públicos y a los servicios públicos como los culpables de esta crisis, cuando realmente están siendo un sector más de los paganos de la crisis. Pero la intención de quienes han querido crear un nuevo paradigma por el cual los empleados públicos y el dinero invertido en servicios públicos es un factor de ineficiencia de la economía, ha sido ese y no otro.
La eficiencia es un concepto utilizado por todos los sectores ideológicos, partidos políticos y administraciones. A todos los datos y números se les puede analizar desde muchos ángulos y aspectos, aunque hay cifras que hablan por si solas.
Según un informe del Tribunal de Cuentas, publicado hace un mes escaso, el sector público local (aunque podría ser extensible al resto de administraciones), la gestión privada mediante concesiones, habitual en las grandes ciudades, es menos eficiente que la gestión directa de los servicios públicos.
Algunos datos, muy relevantes, que aporta el informe para respaldar esta afirmación son:
· Que la limpieza de las calles tiene un coste anual de 16,23 euros por habitante si lo gestiona directamente el municipio y 27,83 euros por habitante si el servicio lo presta una empresa privada a través de concesión con la administración. Un 71% más la gestión privada que la pública.
· Que la recogida de residuos urbanos tiene una coste anual de 42,55 euros por habitante cuando es por gestión directa, y un coste de 53,90 euros por habitante cuando es por concesión a una empresa privada, y en los Ayuntamientos más grandes, la diferencia se agranda, con un coste medio por habitante y año de 37,54 euros frente a los 52,33 del servicio privatizado, un 40% de diferencia entre un tipo de servicio y el otro (privatizado).
A la luz de estos datos, seguro que pueden surgir las siguientes preguntas:
¿ si el coste directo, según ponen en evidencia los datos oficiales, es mas barato que el servicio vía concesiones a empresas privadas, a que se debe la fiebre de recomendaciones e instrucciones de “expertos” y consultoras” en relación a dar mayor protagonismo a las privatizaciones de servicios públicos?
¿Y si una de las salidas de la crisis, no la única, que facilitara una mayor eficiencia de lo público estuviera en retomar de manera generalizada la gestión directa de los mismos?
Soy consciente de no argumentar a favor de la corriente imperante y generalizada, que pretende imponer el paradigma de “la privatización de todo” (que se disfraza de “externalización” como eufemismo que oculta las realidades). Pero la evidencia es demoledora.
Un ejemplo bien reciente es el del Ayuntamiento de León, con una grave situación financiera que viene arrastrando en los últimos tiempos, y que ha recuperado la titularidad municipal de los servicios de limpieza viaria y de recogida de basuras, con un ahorro cercano a los ocho millones de euros. Es un ejemplo de un municipio relevante, pero otros muchos están procediendo a realizarlo de la misma manera
En Santander, las recientes subidas de algunos impuestos y tasas de cara al año 2014, que gravan mas si cabe al bolsillo de los ciudadanos, irán para sufragar servicios como el agua, el alcantarillado, la recogida de basuras, la limpieza viaria, el alumbrado público… todos sin excepción en manos de concesiones privadas, y a la vista de los datos, si estuvieran en manos de la gestión directa del propio Ayuntamiento quizá facilitarían algún ahorro a las arcas públicas, que falta le hace por otra parte.
Puede parecer evidente, a mi al menos me lo parece, que las ineficiencias del sistema se pueden encontrar en mayor medida en la gestión desde concesiones privadas de los servicios públicos. El propio Saint-Exupery afirmaba que lo esencial y evidente pasa por invisible a nuestros ojos… hasta que nos logremos quitar la venda con que algunos los cubren.
Artículo publicado en «El Diario Montañés» del 13 de enero de 2014