El temporal en la mar de estos revueltos días de febrero ha dejado en la costa cántabra enormes destrozos: Diques, escolleras, barandillas, establecimientos, y otros enseres han sido arrasados, dejando un paisaje más que dantesco. Ni los más viejos del lugar recuerdan tanta violencia de la mar, ni resultados tan dramáticos.
Las instantáneas con imágenes espectaculares recogidas en los medios de comunicación y las redes sociales, se alternan con el inventario de los daños materiales y las comitivas de instituciones y personalidades que cuantifican las perdidas. Que por si alguno lo duda, las pagaremos con dinero de todos.
Lo mismo se podría decir de otra “Galerna”, la crisis, que lleva azotando bastante más tiempo a Cantabria. Los datos ofrecidos por el Observatorio de Emancipación de la Juventud de España, revelan un panorama en el muchos jóvenes menores de 30 años han tenido que volver al principio, a rehacer las maletas y volver al hogar familiar, complicando, aún más si cabe, las cosas para los nacidos entre 1983 y 1998.
Algunas “imágenes” que nos está dejando:
- Un 83,4% de los jovenes cántabros, unos 63.145, está obligados a vivir con sus padres. Su poder adquisitivo ha disminuido en el último año por lo que el acceso al mercado de la vivienda es cada vez más limitado. De los 75.690 cántabros con estas edades, tan solo 12.545 han conseguido irse a vivir por su cuenta. Somos la tercera comunidad autónoma con el mayor coste de acceso a la vivienda libre en propiedad para un joven.
- Que la inestabilidad, no precisamente la meteorológica, y la temporalidad en el empleo, lo ratifican los datos: el 47,5% de este núcleo poblacional está inactivo (segunda tasa más alta del Estado).
- Del 33,5% que sí ha encontrado un trabajo, el 96% ha sido con un contrato temporal. Y cuanto más jóvenes, peor: Siete de cada diez menores de 25 años no participa del mercado laboral.
- Los sueldos retrocedieron en el último trimestre de 2013 respecto al del año precedente. La media anual de los jóvenes de entre 16 y 30 años es de 12.269 euros (un 2,53% menos que en 2012), y uno de los salarios medios más bajos de España. La capacidad adquisitiva ha retrocedido un 5,68%.
El balance y resultado de los daños se podría concluir afirmando que los jóvenes cántabros menores de 30 años, asalariados, presentan pronunciados rasgos de precarización en el empleo. La famosa nueva clase social del “Precariado”.
El temporal de las crisis es de una magnitud tal que la gran mayoría de los jóvenes con trabajo son mileuristas, encadenando contratos temporales con períodos de paro y abocados sin remedio al consumo low cost y a la marca blanca. A ellos se les están añadiendo, a marchas forzadas, los nuevos parados de edad más avanzada y los centenares de miles de autónomos y pequeños empresarios que han tenido que cerrar sus negocios o que han visto dramáticamente reducido su nivel de renta. La onda de alcance de la tormenta se va amplificando.
El hijo de un médico o de un abogado puede ser un parado o un precario, algo impensable hace años. Y también se puede afirmar que será la primera generación de la Historia que vivirá peor que sus padres.
Hace casi cien años, y en plena crisis de los “años 20”, la mecenas Gertrude Stein, amiga íntima de Hemingway, bautizó a sus compañeros escritores como: “Lost Generation”, “La generación pérdida”.
Según los estudios al respecto, la mayor parte de nuestros jóvenes están desencantados. Desorientados. Decepcionados. La tendencia inequivoca deja bien claro que los menores de 30 años se pueden convertir en una generación pérdida, sin futuro ninguno.
Y así lo pronostica la Organización Internacional del Trabajo: Los jóvenes pertenecientes a Estados del Sur de Europa (Grecia, Portugal, España…) pueden protagonizar una “generación perdida” que tienen que pasar una odisea para entrar en el mercado laboral y que no encuentra solución a la situación en la que está inmersos. Según los cálculos puede llegar hasta el 70% de paro juvenil.
Muchos de estos jóvenes se estarán preguntando donde están los preceptos de la Constitución Española, los Derechos Humanos, las instituciones de la Unión Europea…, ¿Dónde quedan todos esos derechos supuestamente protegidos?.
Por ello, conviene cuanto antes hacer balance de daños y pasar la cuenta a los causantes de esta “Galerna” que azota a los más jóvenes. Aunque mucho me temo, a diferencia de los destrozos por el temporal, que de esta factura no querrá hacerse responsable nadie.
Hemingway, miembro de aquella “generación perdida” dejó esta frase: “El mundo es tan bonito y valioso que se lucha por él “. De justicia sería por tanto, saldar la deuda por esta “galerna”, y dejarnos la piel por nuestros hijos. Ellos son el futuro.
Artículo publicado en «El Diario Montañés», del viernes 21 de febrero de 2.014