El «Efecto Gamonal»: Que cunda el ejemplo

Hay quien afirma que la labor de los políticos al frente de las Administraciones es situar en un orden de prioridades presupuestarias las inversiones públicas para que la vida de los ciudadanos sea un poco mejor cada día.

De hecho, el diagnóstico previo de las necesidades la realizan los ciudadanos en su día a día mas cercano, de tal manera que la conformación de la opinión pública debe ser el nudo desde el que actuar o intervenir socialmente.

El objetivo que debiera guiar a la acción política, aparte de la competición electoral propia de las campañas entre partidos, debe ser un reflejo de los diagnósticos que se elaboren tomando como base la opinión pública y los ciudadanos en su conjunto. Un ejemplo muy valido lo hemos tenido hace unas semanas en Gamonal, Burgos.

El “Efecto Gamonal” supuso entre otras cosas que los propios vecinos del barrio burgalés no querían que se ejecutara el bulevar previsto y su correspondiente aparcamiento subterráneo privatizado y que, por el contrario, preferían que ese dinero se dedicara a otros asuntos más urgentes. Y la verdad es que su onda expansiva no se ha hecho esperar y ha cuajado poco a poco en la conciencia de muchos ciudadanos.

El ejemplo que se ha dado desde ese punto concreto de la geografía ha tenido una ola de influencia ejemplarizante desde muchos puntos de vista:uno, más conocido, el de los ciudadanos que de manera espontánea se rebelaron paralizando una obra decidida desde el Ayuntamiento, a espaldas de los propios vecinos que, en teoría iban a ser los beneficiarios del proyecto.

Otro, sin embargo, es menos conocido, en el que los ciudadanos del barrio fueron capaces de proponer y exponer posibles alternativas viables al dinero que se pensaba invertir: escuelas infantiles, talleres de empleo para desempleados, mejora de servicios públicos básicos, actividades para los jóvenes, iniciativas de generación de empleo de proximidad… Y para esto no fueron necesarios sesudos gabinetes ni experimentadas consultoras internacionales

No conviene por tanto, disfrazar el ejercicio de la política anteponiendo la oportunidad del momento a la necesidad perentoria, técnicas de marketing político, o infografías permanentes, que no atienden a las necesidades reales de la sociedad.

No se puede afirmar que exista una estrategia única para llegar a ello. Hay muchas maneras de contrastar y evaluar las tendencias sociales, las prioridades y lo que se denomina “opinión pública”.

Una herramienta posible es la que nos ofrecen las encuestas cuantitativas, como las que lleva a cabo el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), quien ofrece de manera reiterada en las últimas series publicadas como las máximas preocupaciones de los ciudadanos: el desempleo y la economía, la corrupción y la sanidad.

Existen más formas válidas de conocer la opinión general de la ciudadanía y que podrían ser:
· Las redes sociales e Internet.
· Líneas argumentales principales de las agendas diarias de los medios de comunicación.
· Principales líderes de opinión social y exposición de sus inquietudes.

Sin embargo, para no remontarnos a “herencias recibidas”, basta con dar un repaso a las hemerotecas de Cantabria, sin ir más lejos del último mes, que nos ofrecen los siguientes titulares:

· “Se construirá un centro de interpretación de refugios anti-aéreos en la Plaza del Príncipe”

· “El montaje del Museo del Deporte en Santander comenzará en el mes de marzo”

· “Santander acogerá el Mundial de Vela en 2014”

· “La reivindicación de la construcción del AVE entre Palencia y Santander sería prioritaria para Cantabria”

Podría seleccionar muchos más titulares llenos de intenciones o actuaciones que suponen el destino dinero público a objetivos muy loables y respetables, sin duda, pero nos daremos cuenta, de que estos recientes titulares quizá queden distantes de lo que la “opinión pública” percibe como actuaciones realmente necesarias y precisas.

Convendría por tanto, que entre todos los agentes políticos, sociales y económicos, se formulara una reflexión conjunta acerca de las prioridades y el destino de los dineros públicos, cada vez más escasos, y que estos fondos se dedicaran a aquellos asuntos más urgentes para una mayoría amplia de la sociedad.

La rentabilidad social de cualquier inversión pública debe estar perfectamente medida, y sus potenciales impactos positivos en la población, en forma de retornos sociales y económicos que beneficien a la sociedad en su conjunto, especialmente a las clases sociales menos favorecidas. Campos tan prioritarios como la Sanidad, Educación, Economía Social, sin duda, debieran concitar ese consenso básico que nos haga despegar de una vez por todas.

Se trataría de recuperar, merced al “Efecto Gamonal”, la verdadera medida de las necesidades de la gente.

Artículo publicado en «El Diario Montañés», el 25 de marzo de 2.014

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